publicado originalmente en el libro «Open Sources»
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El Laboratorio de IA usaba un sistema operativo denominado ITS (Incompatible Timesharing System) [Sistema incompatible de tiempo compartido] que los hackers (1) del staff habían diseñado y escrito en lenguaje ensamblador para la PDP-10 de Digital, una de las más grandes computadoras de la época. Mi trabajo como miembro de esta comunidad, como hacker de sistema en el staff del laboratorio de IA, era mejorar este sistema.
No denominábamos «software libre» a nuestro software porque dicho término no existía; pero éso es lo que era. Cuando alguien de otra universidad o compañía deseaba portar y usar un programa, lo permitíamos con gusto. Si usted veía a alguien usando un programa interesante y poco conocido, siempre se podía pedir el código fuente para verlo, de manera que uno podía leerlo, cambiarlo, o canibalizar ciertas partes del mismo para hacer un nuevo programa.
(1) El uso de «hacker» para referirse al «quebrantador de la seguridad» es una confusión proveniente de los medios masivos. Nosotros los hackers nos negamos a reconocer dicho significado, y continuamos utilizando la palabra para indicar a «alguien apasionado por la programación y que disfruta al ser hábil e ingenioso».
La comunidad de hackers del laboratorio de IA ya se había colapsado, cierto tiempo antes. En 1981, la compañía derivada Symbolics había contratado a casi todos los hackers del laboratorio de IA, y la despoblada comunidad ya no era capaz de mantenerse a sí misma. (El libro Hackers, de Steve Levy, describe estos eventos, y muestra un claro panorama de esta comunidad en sus comienzos.) Cuando el laboratorio de IA adquiere una nueva PDP-10 en 1982, sus administradores deciden utilizar el sistema no libre de tiempo compartido de Digital en lugar de ITS.
Las computadoras modernas de esa época, como la VAX o el 68020, tienen sus propios sistemas operativos, pero ninguno de ellos es software libre: usted debe firmar un «acuerdo de no revelar» (nondisclosure agreement) aún para obtener una copia ejecutable.
Esto quiere decir que el primer paso para poder utilizar una computadora era prometer que no ayudaría a su vecino. Se prohibía la existencia de una comunidad cooperativa. La regla hecha por los dueños de software privativo era: «si usted comparte con su vecino, usted es un pirata. Si desea algún cambio, ruéguenos para que lo hagamos nosotros».
La idea de que el sistema social del software privativo--el sistema que dice que usted no tiene permitido compartir o cambiar el software-- es antisocial, que no es ético, que está sencillamente equivocado, puede ser una sorpresa para algunos lectores. ¿Pero qué otra cosa podríamos decir sobre un sistema que se basa en dividir el público e impide socorrer a los usuarios? Los lectores que se sorprendan por esta idea es porque han tomado el sistema social del software privativo tal como se lo han dado, o porque lo han juzgado en función de los términos sugeridos por las empresas que hacen software privativo. Los publicadores de software han trabajado duro y parejo para convencer a las personas de que solamente hay una manera de ver este tema.
Cuando los publicadores de software habla de «hacer valer» sus «derechos» o de «detener la piratería», lo que *dice* es secundario. El mensaje real de estas declaraciones está en las presunciones no declaradas que ellos dan por sentado; se supone que el público debe aceptarlas de manera acrítica. Así que examinémoslas.
Una de las presunciones es que las compañías de software tienen un derecho natural incuestionable que las habilita para ser dueñas de un software, y por lo tanto a disponer de poder sobre todos los usuarios del mismo. (Si éste fuera un derecho natural, entonces sin importar cuánto daño le causare al público, no podríamos objetarlo.) De manera muy interesante, la Constitución de los Estados Unidos de América y la tradición legal rechazan esta visión; el copyright no es un derecho natural, sino un monopolio artificial impuesto por el gobierno que limita el natural derecho a copia de los usuarios.
Otra presunción no declarada es que la única cosa importante sobre del software es qué trabajo le permite realizar a usted--que a nosotros los usuarios de computadoras no nos debe importar qué clase de sociedad nos permiten tener.
Una tercera presunción es que no tendríamos software utilizable (o, que nunca tendríamos un programa para hacer tal o cual trabajo en particular) si no le ofrecemos a una compañía poder sobre los usuarios de dicho programa. Esta presunción puede haber sonado plausible, antes de que el movimiento por el software libre demostrara que podemos hacer abundante software útil sin ponerle cadenas.
Si nos resistimos a aceptar dichas presunciones, y juzgamos acerca de estos temas sobre la base moral que nos da el sentido común ordinario y ponemos al usuario en primer lugar, arribaremos a conclusiones muy distintas. Los usuarios de computadoras deben tener libertad para modificar los programas para ajustarlos a sus necesidades, y libertad para compartir el software, porque la base de la sociedad está en ayudar a las otras personas.
No se dispone aquí del espacio necesario para explayarnos en el razonamiento que hay detrás de esta conclusión, y por ese motivo pido al lector que vea la página web http://www.gnu.org/philosophy/why-free.es.html.
La elección fácil era unirme al mundo del software privativo, firmar los acuerdos de no revelar, y prometer que no iría en ayuda de mi amigo hacker. Es muy probable que desarrollara software que se entregaría bajo acuerdos de no revelar y de esa manera incrementara también las presiones sobre otra gente para que traicionen a sus compañeros.
Podría haber hecho dinero de esta manera, y tal vez me hubiese divertido escribiendo código. Pero sabía que al final de mi carrera, al mirar atrás a los años construyendo paredes para dividir a la gente, sentiría que usé mi vida para empeorar el mundo.
Ya había estado del lado en que se reciben los acuerdos de no revelar, por experiencia propia, cuando alguien se negó a entregarme, a mí y al Laboratorio de IA del MIT, el código fuente del programa de control de nuestra impresora. (La ausencia de ciertas características en este programa hacía que el uso de la impresora fuera frustrante en extremo.) Así que no podía decirme a mí mismo que los acuerdos de no revelar son inocentes. Me enojó mucho cuando él se negó a compartir con nosotros; no podía ahora cambiarme de lugar y hacerle lo mismo a todos los demás.
Otra elección, fácil pero dolorosa, era abandonar el campo de la computación. De esta manera no se usarían mis habilidades para mal, pero aún así se desperdiciarían. Yo no sería culpable por dividir y restringir a los usuarios de computadoras, pero ello sucedería igual.
Así que busqué la manera en la cual un programador podría hacer algo para bien. Me pregunté: ¿habrá algún programa o programas que yo pueda escribir, de tal manera de otra vez hacer posible una comunidad?
La respuesta era clara: lo primero que se necesitaba era un sistema operativo. Este es el software crucial para empezar a usar una computadora. Con un sistema operativo usted puede hacer muchas cosas; sin uno, ni siquiera puede funcionar la computadora. Con un sistema operativo libre, podríamos tener de nuevo una comunidad de hackers cooperando--e invitar a cualquiera a unírsenos. Y cualquiera sería capaz de utilizar una computadora sin que de movida conspire a favor de la privación de sus amigas o amigos.
Como desarrollador de sistema operativo, tengo las habilidades apropiadas para esa tarea. Así que aún cuando no tenía garantías de éxito, me dí cuenta que había sido elegido para hacer ese trabajo. Decidí hacer que el sistema fuese compatible con Unix pues así sería portable, y los usuarios de Unix podrían cambiarse a él con facilidad. El nombre GNU se eligió siguiendo una tradición hacker, como acrónimo recursivo para «GNU's Not Unix».
Un sistema operativo es más que un núcleo, apenas suficiente para hacer funcionar otros programas. En los 1970s, todo sistema operativo digno de llamarse así incluía procesadores de órdenes, ensambladores, compiladores, intérpretes, depuradores, editores de texto, programas de correo, y muchos otros. ITS los tenía, Multics los tenía, VMS los tenía, Unix los tenía. El sistema operativo GNU también los incluiría.
Más adelante escuché estas palabras, atribuídas a Hillel (1):
Si yo no me preocupo por mí mismo, ¿quién
lo hará por mí?
Si sólo me preocupo por mí mismo, ¿qué
es lo que soy?
Si no lo hago ahora, ¿cuándo?
La decisión de iniciar el proyecto GNU se basó en un espíritu similar.
(1) Como ateo que soy, no soy seguidor de ningún líder religioso, pero algunas veces encuentro que admiro alguna cosa que dijo uno de ellos.
A causa de la ambigüedad de «free», la gente ha estado buscando alternativas, pero nadie ha encontrado una alternativa apropiada. El idioma inglés tiene más palabras y matices que ningún otro, pero carece de una palabra simple, no ambigüa que signifique «libre», como en libertad--«unfettered» [sin cadenas] es la palabra que más se acerca en significado. Otras alternativas como liberated [liberado], freedom [libertad] y open [abierto] tienen el significado equivocado o alguna otra desventaja.
A causa de esta decisión, el sistema GNU no coincide con la suma de todo el software GNU. El sistema GNU incluye programas que no son software GNU, programas que fueron desarrollados por otras personas y proyectos para sus propios propósitos, pero que nosotros podemos utilizar porque constituyen software libre.
Sin embargo, el Profesor Winston, por entonces a cargo del Laboratorio de IA del MIT, me invitó amablemente a que continúe utilizando las instalaciones del Laboratorio.
Él me respondió burlonamente, dejando en claro que la universidad era libre, pero el compilador no. Por lo tanto, decidí que mi primer programa para el proyecto GNU sería un compilador multilenguaje, multiplataforma.
Con la esperanza de evitar tener que escribir todo el compilador por mí mismo, obtuve el código fuente del compilador Pastel, que era un compilador multiplataforma desarrollado en el «Lawrence Livermore Lab». Admitía, y estaba escrito en una versión extendida de Pascal, diseñada para usarse como lenguaje de programación a nivel de sistema. Le agregué un front end para C, y comencé a transportarlo a la computadora Motorola 68000. Pero tuve que abandonar la idea al descubrir que el compilador necesitaba varios megabytes de espacio en la pila, y los sistemas Unix basados en 68000 sólo permitían 64 kbytes.
Fue entonces cuando me dí cuenta que el compilador Pastel funcionaba analizando el fichero de entrada completo y transformándolo en un árbol sintáctico, luego convertía todo el árbol sintáctico en una cadena de «instrucciones» y luego generaba el fichero entero de salida, y en ningún momento liberaba el espacio ocupado. En ese momento llegué a la conclusión de que debería escribir un nuevo compilador partiendo desde cero. Ese nuevo compilador se conoce ahora como GCC; no hay nada del compilador Pastel en él, pero me las arreglé para adaptar y usar el front end que había hecho para C. Pero eso pasó unos años más tarde; primero, trabajé sobre GNU Emacs.
A estas alturas, la gente comenzó a querer usar Emacs, con lo que apareció el tema de cómo distribuirlo. Por supuesto, lo puse en el servidor de FTP anónimo de la computadora del MIT que usaba. (Esta computadora, prep.ai.mit.edu, se transformó a causa de ello en la sede principal de distribución a través de FTP de GNU; cuando fue decomisada unos años después, transferimos el nombre a nuestro nuevo servidor FTP.) Pero en aquella época, mucha gente interesada no estaba en Internet y no podía obtener una copia por FTP. Así que la pregunta era: ¿qué tendría que decirles a ellos?
Podría haber dicho, «Busque un amigo que esté en la red y que haga una copia para usted». O podría haber hecho lo que hice con el Emacs para PDP-10 original, decirles: «Envíeme por correo una cinta y un sobre con su dirección y los sellos de correo necesarios, y yo le devolveré la cinta con Emacs dentro». Pero no tenía trabajo, y estaba buscando de qué manera podía hacer dinero con el software libre. Entonces anuncié que le enviaría la cinta a quien me la pidiera, mediante el pago de un cánon de $150. De esta manera, inicié un negocio de distribución de software libre, el precursor de las compañías que en la actualidad distribuyen completos sistemas GNU basados en Linux.
El ejemplo paradigmático de este problema es el X Window System. Desarrollado en el MIT, y entregado como software libre con un licencia permisiva, fue rápidamente adoptado por varias compañías de computación. Éstas agregaron X a sus sistemas Unix privativos, sólo en formato binario, y lo cubrieron con el mismo acuerdo de no revelar. Estas copias de X eran tanto (software) libres en cuanto lo era el Unix.
Los desarrolladores del X Window System no consideraban que esto fuese un problema--esperaban y buscaban que esto sucediese. Su meta no era la libertad, sólo el «éxito», definido como «tener muchos usuarios». No les preocupaba si esos usuarios tenían libertad, sólo que sean numerosos.
Esto nos lleva a una situación paradójica en la cual dos maneras distintas de contabilizar la cantidad de libertad dan por resultado dos respuestas distintas a la pregunta «¿Es libre este programa?». Si usted juzga en base a la libertad que se proporcionaba con los términos de distribución de la entrega del MIT, diría que X es software libre. Pero si usted mide la libertad del usuario promedio de X, diría que X es software privativo. La mayoría de los usuarios de X usan las versiones propietarias que vienen con los sistemas Unix, no la versión libre.
El copyleft usa la ley de copyright, pero la da vuelta para servir a lo opuesto de su propósito usual: en lugar de ser un medio de privatizar el software, se transforma en un medio de mantener libre al software.
La idea central del copyleft es que le damos a cualquiera el permiso para correr el programa, copiar el programa, modificar el programa y redistribuir versiones modificadas--pero no le damos permiso para agregar restricciones propias. De esta manera, las libertades cruciales que definen al «software libre» quedan garantizadas para cualquiera que tenga una copia; se transforman en derechos inalienables.
Para que el copyleft sea efectivo, las versiones modificadas deben ser también libres. Esto asegura que todo trabajo basado en el nuestro quedará disponible para nuestra comunidad si se publica. Cuando los programadores que tienen trabajo como programadores se ofrecen como voluntarios para mejorar un software GNU, es el copyleft lo que impide que sus empleadores digan: «no puede compartir esos cambios, porque los queremos usar para hacer nuestra versión propietaria del programa».
El requerimiento de que los cambios deben ser libres es esencial si queremos asegurar la libertad para cada usuario del programa. Las compañías que privatizaron el X Window System en general realizaron algunos cambios para transportarlo a sus sistemas y hardware. Estos cambios fueron pequeños comparados con el gran tamaño de X, pero no fueron triviales. Si el hacer cambios fuera una excusa para negar libertad a los usuarios, sería fácil para cualquiera tomar ventaja de la excusa.
Un tema relacionado trata la combinación de un programa libre con código no libre. Tal combinación será inevitablemente no-libre; cualesquiera libertades que falten a la parte no-libre, le faltarán también al todo. Si se permiten tales combinaciones se abriría un agujero lo suficientemente grande como para hundir el barco. Por ello, un requerimiento crucial para el copyleft es que se tape este hoyo: cualquier cosa agregada a o combinada con un programa bajo copyleft debe ser tal que la versión combinada total sea también libre y bajo copyleft.
La implementación específica de copyleft que usamos para la mayoría del software GNU es la Licencia Pública General de GNU (GNU General Public License) o LPG GNU para abreviar. Tenemos otras clases de copyleft que se usan en circunstancias específicas. Los manuales GNU también están bajo copyleft, pero utilizamos un copyleft mucho más simple, porque no es necesaria la complejidad de la LPG GNU para los manuales.
(1) En 1984 o 1985, Don Hopkins (un compañero muy imaginativo) me envío una carta por correo. En el sobre, escribió varios dichos divertidos, entre ellos éste: «Copyleft--all rights reversed» [Copyleft--todos los derechos "reversados"]. Utilicé la palabra «copyleft» para denominar al concepto de distribución que estaba desarrollando en esa época.
La FSL acepta donaciones, pero la mayoría de sus ingresos han provenido siempre de las ventas--de copias de software libre, y otros servicios relacionados. En la actualidad vende CD-ROMs de código fuente, CD-ROMs con binarios, manuales agradablemente impresos (todos con libertad para redistribuir y modificar), y las Distribuciones De Lujo (en las cuales incorporamos toda la colección de software lista para usar en la plataforma de su elección).
Los empleados de la Fundación para el Software Libre han escrito y mantenido una cantidad de paquetes de software GNU. Dos notables casos son la biblioteca C y el shell. La biblioteca C de GNU es lo que usa todo programa que corre en un sistema GNU/Linux para comunicarse con Linux. Fue desarrollada por un miembro del staff de la Fundación para el Software Libre, Roland McGrath. El shell que se usa en la mayoría de los sistemas GNU/Linux es BASH, el Bourne Again SHell(1), que fue desarrollado por Brian Fox, empleado de la FSL.
Hemos provisto los fondos para el desarrollo de esos programas porque el proyecto GNU no se queda solamente en herramientas o un entorno de desarrollo. Nuestra meta era tener un sistema operativo completo, y esos programas eran necesarios para esa meta.
(1) «Bourne again shell» es una broma sobre el nombre «Bourne Shell», que era el shell usual en Unix.
La venta de copias de Emacs demostró una clase de negocio con software libre. Cuando la FSL se apropió de ese negocio, necesité de otro medio de vida. Lo encontré en la venta de servicios relacionados con el software libre que había desarrollado. Esto incluía la enseñanza, sobre temas tales como cómo programar GNU Emacs, y cómo personalizar GCC, y desarrollo de software, en la mayor parte transportar GCC a otras plataformas.
En la actualidad cada una de esas clases de negocios con software libre está puesta en práctica por una cantidad de corporaciones. Algunas distribuyen colecciones de software libre en CD-ROM; otras venden asistencia en niveles que van desde responder preguntas de usuarios, reparación de errores, hasta el agregado de nuevas características mayores. Incluso estamos viendo compañías de software libre basadas en el lanzamiento de nuevos productos de software libre.
Aunque, tenga cuidado--una cantidad de compañías que se asocian a sí mismas con el término «open source» en realidad basan su negocio en software no-libre que trabaja con software libre. Ellas no son compañías de software libre, sino compañías de software privativo cuyos productos tientan a los usuarios a abandonar su libertad. Ellas usan la denominación «valor agregado» lo que refleja los valores que desearían que adoptemos: conveniencia por encima de libertad. Si valoramos más la libertad, deberíamos denominarlos productos con «libertades sustraídas».
Pero era natural que se apliquen los estándares conocidos de buenas prácticas al trabajo--por ejemplo, reservar dinámicamente las estructuras de datos para evitar límites de tamaño fijo arbitrarios, y manejar todos lo posibles códigos de 8 bits cuando tuviese sentido.
Además, rechazamos el enfoque de Unix para pequeños tamaños de memoria, al decidir que no trabajaríamos para máquinas de 16 bits (era claro que las máquinas de 32 bits serían la norma para cuando el sistema GNU estuviese terminado), y al no hacer ningún esfuerzo para reducir el uso de memoria, a menos que excediera el megabyte. En los programas para los cuales no era crucial el manejo de ficheros muy grandes, incentivamos a los programadores a leer el fichero completo en memoria, y luego explorar su contenido, sin tener que preocuparse por la E/S.
Estas decisiones permitieron que muchos programas GNU sobrepasaran a sus contrapartidas UNIX en confiabilidad y velocidad.
UNIX era (y es) software privativo, y la filosofía del proyecto GNU dice que no debemos usar software privativo. Pero, aplicando el mismo razonamiento que lleva a la conclusión que la violencia en defensa propia está justificada, concluí que era legítimo usar un paquete privativo cuando ello era crucial para desarrollar un reemplazo libre que ayudaría a otros a dejar de usar el paquete privativo.
Pero, aún cuando esto era un mal justificable, era todavía un mal. En la actualidad ya no tenemos más copias de Unix, porque las hemos reemplazado por sistemas operativos libres. En los casos en que no pudimos reemplazar el sistema operativo de una máquina por uno libre, se procedió al reemplazo de la máquina.
En la actualidad, casi ningún componente Unix queda en la lista de tareas GNU--esos trabajos ya han sido terminados, fuera de algunos no esenciales. Pero la lista está llena de proyectos que algunos pueden denominar «aplicaciones». Cualquier programa que sea atrayente a más de una estrecha franja de usuarios sería una cosa útil para añadir a un sistema operativo.
Aún los juegos están incluídos en la lista de tareas--y han estado desde el principio. Unix incluía juegos, así que GNU debía incluirlos también. Pero la compatibilidad no es un problema para los juegos, así que no seguimos la lista de juegos que Unix tenía. En lugar de ello, listamos un espectro de diferentes clases de juegos que les podrían gustar a los usuarios.
No es una cuestión de principios; no hay ningún principio que diga que debemos incluir código de los productos de software privativo. (¿Porqué contribuir con un proyecto que se rehusa a compartir con nosotros?) El uso de la LPGB para la biblioteca C, o para cualquier otra biblioteca, es un tema de estrategia.
La biblioteca C hace un trabajo genérico; todo sistema privativo o compilador viene con una biblioteca C. Por lo tanto, el hacer que nuestra biblioteca esté sólo disponible para el software libre, no le daría al software libre ninguna ventaja--sólo hubiera desalentado el uso de nuestra biblioteca.
HAy un sistema que es una excepción a esto: en un sistema GNU (y esto incluye los sistemas GNU/Linux), la biblioteca C de GNU es la única biblioteca C. Así que los términos de distribución de la biblioteca C de GNU determinan si es posible compilar un programa privativo para un sistema GNU. No hay ninguna razón ética para permitir aplicaciones propietarias en un sistema GNU, pero estratégicamente parece que si no se permite, ello hará más para desalentar el uso del sistema GNU que para alentar el desarrollo de aplicaciones libres.
Por estas razones es que el uso de la LPG para Bibliotecas es una buena estrategia para la biblioteca C. Para otras bibliotecas, la decisión estratégica necesita considerarse en cada caso particular. Cuando una biblioteca hace un trabajo especial que puede ayudar a escribir cierta clase de programas, y luego entregarla bajo la LPG, limitándola sólo a programas libres, es una manera de ayudar a otros desarrolladores de software libre, al proporcionarles una ventaja contra el software privativo.
Considere la GNU Readline, una biblioteca desarrollada para proporcionar la edición en la línea de órdenes para BASH. Readline se entrega bajo la LPG GNU ordinaria, no bajo la LPG para Bibliotecas. De esta manera probablemente se reduce la cantidad de uso de Readline, pero eso no significa pérdida para nosotros. Mientras tanto, al menos una útil aplicación se ha transformado en software libre específicamente para poder usar Readline, y ésa es una ganancia real para nuestra comunidad.
Los desarrolladores de software privativo tienen las ventajas que el dinero proporciona; los desarrolladores de software libre necesitan crear ventajas entre sí. Tengo la esperanza de que algún día tendremos una gran colección de bibliotecas cubiertas por LPG que no tengan parangón entre el software privativo, que proporcionen útiles módulos que sirvan como bloques constructivos en nuevo software libre, y que sumen una mayor ventaja para adelantar el desarrollo de software libre.
Por ejemplo, desarrollamos la biblioteca C de GNU porque un sistema del estilo Unix necesita una biblioteca C, el shell Bourne-Again (bash) porque un sistema del estilo Unix necesita un shell, y el tar GNU porque un sistema del estilo Unix necesita un programa tar. Lo mismo se aplica a mis propios progamas--el compilador GNU C, GNU Emacs, GDB y GNU Make.
Algunos de los programas GNU se desarrollaron para tratar amenazas específicas a nuestra libertad. Por ello, desarrollamos gzip para reemplazar al programa Compress, perdido para nuestra comunidad a causa de las patentes LZW. Proporcionamos fondos para desarrollar LessTif, y más recientemente iniciamos GNOME y Harmony, para lidiar con los problemas causados por cierta biblioteca propietaria (vea más abajo). Estamos desarrollando el GNU Privacy Guard para reemplazar un software popular de cifrado no-libre, porque los usuarios no deben verse obligados a elegir entre privacidad y libertad.
Por supuesto, la gente que escribe estos programas se interesa en el trabajo, y varias personas han agregado muchas características para satisfacer sus propias necesidades e intereses. Pero ése no es el motivo por el cual existe el programa.
Como cada componente de un sistema GNU se implementó en un sistema Unix, cada componente podía correr en sistemas Unix, mucho antes de que existiera un sistema GNU completo. Algunos de esos programas se hicieron populares, y los usuarios comenzaron a extenderlos y transportarlos--a las distintas versiones incompatibles de Unix, y algunas veces a otros sistemas también.
El proceso hizo que dichos programas sean más potentes, y atrayeran tanto fondos como contribuyentes al proyecto GNU. Pero también demoró el completamiento de un sistema mínimo en funciones por varios años, a medida que el tiempo de los desarrolladores GNU se usaba para mantener esos transportes y en agregar características a los componentes existentes, en lugar de adelantar la escritura de los componentes faltantes.
Una razón para elegir este diseño había sido evitar lo parecía ser la parte más dura del trabajo: depurar el núcleo sin un depurador a nivel de código fuente para utilizar. Esta parte del trabajo ya había sido hecha en Mach, y esperábamos depurar los servidores HURD como programas de usuario, con GDB. Pero llevó un largo tiempo hacer esto posible, y los servidores multihilo que se envían mensajes unos a otros han sido muy difíciles de depurar. Hacer que HURD trabaje sólidamente se ha tardado varios años.
No se dió de esa manera. Michael Bushnell (ahora Thomas), el principal desarrollador del núcleo, prefirió el nombre HURD, y redefinió Alix para referirse a cierta parte del núcleo--la parte que captura las llamadas del sistema y las gestiona por medio del envío de mensajes a los servidores HURD.
Más tarde, Alix y yo nos separamos, y ella cambió su nombre; independientemente, el diseño de HURD se cambió para que la biblioteca C envíe los mensajes directamente a los servidores, y esto hizo que el componente Alix desapareciera del diseño.
Pero antes que estas cosas sucedieran, un amigo de ella encontró el nombre Alix en el código fuente de HURD, y se lo mencionó. Así que el nombre cumplió su objetivo.
Denominamos a esta versión GNU/Linux, para expresar su composición como combinación de un sistema GNU con Linux como núcleo.
Las siguientes cuatro secciones discuten dichos desafíos.
Existen dos maneras de lidiar con este problema. Los programadores pueden hacer ingeniería reversa para darse cuenta como usar el hardware. El resto de nosotros puede elegir el hardware que admite software libre; a medida que nuestro número crezca, el secreto de las especificaciones se transformará en una política contraproducente.
La ingeniería reversa es un trabajo enorme; ¿tendremos los programadores con la suficiente determinación para realizarla? Sí--si hemos construído un fuerte sentimiento de que el software libre es un tema de principio, y de que los controladores no libres son intolerables. ¿Y una gran cantidad de nosotros estará dispuesto a gastar dinero extra, o incluso tiempo extra, para que podamos usar controladores libres? Sí, si se difunde la determinación para tener libertad.
La primer instancia de este problema fue el kit de herramientas Motif, allá en los 80s. Aunque aún no había sistemas operativos libres, era claro el problema que Motif iba a causarles más adelante. El proyecto GNU respondió de dos maneras: solicitando a los proyectos individuales de software libre que admitan tanto los widgets del kit libre de herramientas de X como el de Motif, y solicitando a alguien que escriba un reemplazo libre para Motif. El trabajo tomó varios años; LessTif, desarrollado por Hungry Programmers [Programadores hambrientos] tomó la potencia necesaria como para admitir la mayoría de las aplicaciones Motif recién en 1997.
Entre 1996 y 1998, otra biblioteca kit de herramientas GUI no libre, denominada Qt, se usó en una sustancial colección de software libre: el escritorio KDE.
Los sistemas libres GNU/Linux no podían usar KDE, porque no podíamos usar la biblioteca. Sin embargo, algunos distribuidores comerciales de sistemas GNU/Linux que no eran tan estrictos al adherirse al software libre, agregaron KDE a sus sistemas--produciendo un sistema con más capacidades, pero menos libertad. El grupo KDE instaba activamente a más programadores a usar Qt, y millones de nuevos «usuarios de Linux» nunca escucharon la idea de que había un problema con esto. La situación se presentaba lúgubre.
La comunidad del software libre respondió a este problema de dos maneras: GNOME y Harmony.
GNOME, el GNU Network Object Model Environment [Entorno Modelo de Objetos en Red de GNU], es el proyecto de escritorio de GNU. En 1997 Miguel de Icaza lo inició, y se desarrolló con aporte de Red Hat Software, para proporcionar capacidades de escritorio similares, pero usando sólo software libre. Tiene también ventajas técnicas, tales como admitir una variedad de lenguajes, no sólo C++. Pero su propósito principal fue la libertad: evitar el uso de cualquier software no libre.
Harmony es una biblioteca de reemplazo compatible, diseñada para poder hacer funcionar el software KDE sin usar Qt.
En noviembre de 1998, los desarrolladores de Qt anunciaron un cambio de licencia, que cuando se lleve a cabo, hará que Qt sea software libre. No hay manera de estar seguro, pero pienso que esto ocurrió en parte debido a la firme respuesta de la comunidad frente al problema que presentaba Qt cuando no era libre. (La nueva licencia es inconveniente e injusta, así que aún es deseable evitar su uso.)
¿Cómo responderemos a la siguiente biblioteca no libre que nos tiente? ¿Comprenderá la totalidad de la comunidad la necesidad de mantenerse fuera de la trampa? ¿Alguno de nosotros entregará libertad por conveniencia, y generará un importante problema? Nuestro futuro depende de nuestra filosofía.
Existen maneras de tratar con las patentes: podemos buscar evidencia de que la patente no es válida, y podemos buscar maneras alternativas de realizar el trabajo. Pero cada uno de estos métodos trabaja sólo ciertas veces; cuando ambos fallan, una patente puede forzar a que todo software libre carezca de alguna característica que los usuarios desean. ¿Qué haremos cuando esto suceda?
Aquellos de nosotros que valoremos el software libre por la libertad nos apegaremos al software libre de cualquier manera. Nos las arreglaremos para tener nuestro trabajo realizado sin las características patentadas. Pero aquellos que valoren el software libre porque esperan que sea técnicamente superior, cuando las patentes lo obliguen a mantenerse atrás, es más probable que piensen que se trata de una falla. Por lo tanto, si bien es útil hablar acerca de la efectividad práctica del modelo «catedral» de desarrollo, y de la confiabilidad y potencia de cierto software libre, no debemos detenernos allí. Debemos hablar acerca de libertad y principio.
La documentación libre, como el software, es un tema de libertad, no de precio. El criterio para un manual libre es muy parecido al del software libre: es una cuestión de otorgar a los usuarios ciertas libertades. La redistribución (incluso la venta comercial) debe estar permitida, en línea y en papel, de tal manera que el manual pueda acompañar a cada copia del programa.
El permiso para modificarlo es también crucial. Como regla general, no creo que sea esencial que las personas tengan permiso para modificar toda clase de artículos y libros. Por ejemplo, no creo que usted o yo estemos obligado a dar permiso para modificar artículos como este, que describe nuestras acciones y nuestra visión.
Pero existe una razón particular debido a la cual la libertad para modificar la documentación es crucial para el software libre. Cuando la gente ejercita su derecho a modificar el software, y agrega o cambia características, si son concientes también cambiarán el manual--así proporcionarán documentación precisa y útil con el programa modificado. Un manual que no permite a los programadores ser concientes y terminar el trabajo, no satisface las necesidades de nuestra comunidad.
La existencia de algunas clases de límites acerca de cómo se deben hacer las modificaciones no implica problemas. Por ejemplo, el requerimiento de preservar el aviso de copyright del autor original, los términos de distribución, o la lista de autores, están bien. Tampoco trae problemas requerir que la versión modificada incluya un aviso de que fue modificada, e incluso que haya secciones completas que no puedan borrarse o cambiarse siempre y cuando dichas secciones traten temas que no sean de índole técnica. Estas clases de restricciones no son un problema porque no impiden al programador conciente que adapte el manual para ajustarlo al programa modificado. En otras palabras, no impiden a la comunidad del software libre la completa utilización del manual.
Sin embargo, debe ser posible modificar todo el contenido *técnico* del manual, y luego distribuir el resultado en todos los medios usuales, a través de todos los canales usuales; si esto no es así, las restricciones obstruyen la comunidad, el manual no es libre, y necesitaremos otro maual.
¿Será que loa desarrolladores de software libre tendrán la conciencia y determinación para producir un espectro completo de manuales? Una vez más, nuestro futuro depende de nuestra filosofía.
Las buenas consecuencias de esto son evidentes: mayor interés en el desarrollo de software libre, más clientes para empresas de software libre, y mayor capacidad para animar a las compañías a que desarrollen productos de software libre, en lugar de productos de software privativo.
Pero el interés en el software crece más rápido que la conciencia acerca de la filosofía sobre la cual está basado, y esto crea problemas. Nuestra capacidad de enfrentar los desafíos y amenazas que se describieron más arriba depende de la voluntad de mantenerse firmes del lado de la libertad. Para asegurarnos de que nuestra comunidad tiene esta voluntad, necesitamos esparcir la idea entre los nuevos usuarios a medida que ellos llegan a nuestra comunidad.
Pero estamos fracasando en esto: los esfuerzos realizados para atraer nuevos usuarios a nuestra comunidad sobrepasan por lejos a los esfuerzos dedicados a la enseñanza cívica acerca de nuestra comunidad. Necesitamos hacer ambas cosas, y es necesario que mantengamos ambos esfuerzos balanceados.
Algunos de los que favorecieron este término tenían como objetivo evitar la confusión de «free» con «gratis»--una meta válida. Otros, sin embargo, apuntaban a apartar el espíritu de principio que ha motivado el movimiento por el software libre y el proyecto GNU, y resultar así atractivos a los ejecutivos y usuarios comerciales, muchos de los cuales sostienen una ideología que pone las ganancias por encima de la libertad, de la comunidad, y de los principios. Por lo tanto, la retórica de «open source» se centra en el potencial de realización de potente software de alta calidad, pero esquiva las ideas de libertad, comunidad y principio.
Las revistas sobre «Linux» son un claro ejemplo de esto--están llenas de propagandas acerca de software privativo que funciona sobre GNU/Linux. Cuando aparezca la próxima Motif o Qt, ¿incentivarán estas revistas a los programadores a apartarse de ellas, o pondrán propagandas de las mismas?
El apoyo de las empresas puede contribuir a la comunidad de varias maneras; si todo lo demás se mantiene igual, esto es útil. Pero si ganamos su apoyo mediante el recurso de hablar menos de libertad y principio esto puede ser desastroso; hace que empeore el desbalance previo entre el alcance y la educación cívica.
«Software libre» y «open source» describen la misma categoría de software, más o menos, pero dicen diferentes cosas acerca del software, y acerca de los valores. El proyecto GNU continúa utilizando el término «free software» [software libre] para expresar la idea de que la libertad, no solamente la tecnología, es lo importante.
Algunas veces he fallado; algunas de mis ciudades han caído. Luego he encontrado otra ciudad amenazada, y me preparé para otra batalla. A lo largo del tiempo, aprendí a buscar las amenazas y ponerme entre ellas y la ciudad, y llamar a otros hackers para que se unan a mí.
En la actualidad, con frecuencia no soy el único. Es un consuelo y un placer cuando veo un regimiento de hackers excavando para mantener la trinchera, y caigo en cuenta que esta ciudad sobrevivirá--por ahora. Pero los peligros son mayores cada año que pasa, y ahora Microsoft tiene a nuestra comunidad como un blanco explícito. No podemos dar por garantizado el futuro en libertad. ¡No lo dé por garantizado! Si usted desea mantener su libertad, debe estar preparado para defenderla.
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Actualizado: $Date: 2004/08/07 16:49:57 $ $Author: leugimap $
Revisión:
Actualizada: 30 Nov 1999 Cesar Javier Bolaños Vizcarra
(México) <cesarbv@netspace.com.mx>
Traducción: César Ballardini (Argentina) <cballard@santafe.com.ar>
Coordinación:
Actualizada: 08 Feb 2003 Luis Bustamante